Poemas (tomados de Obra poética completa, México: FCE, 2010, excepto “Canto proletario”, tomado del catálogo de la exposición Trazos cortados. Poesía y rebeldía de Magda Portal, Lima: Casa de la Literatura Peruana, 2017)
ORACIÓN AL MAR
Este dolor i este deseo de viajar
Oh Mar
este deseo de entregarme
a tu ruda y magnífica aventura
alegre y triste
con la emoción que imprime la grandeza
de tu perfecta soledad
i de tu ancho camino—
Engarzar en mi espíritu
el rubí tornasol de tus crepúsculos
i la esmeralda ilusionada de tu cielo—
I al pasar por los puertos
sentir el ansia de llegar—
I no llegar—
Oh Mar
i descansar
un día largo
en tus brazos abiertos
como una alga dócil
a merced de la danza de tus olas—
VEN, BÉSAME
Ven, bésame!…
¿qué importa que algo oscuro
me esté royendo el alma
con sus dientes?
Yo soy tuya y tú eres mío… bésame!…
No lloro hoy… Me ahoga la alegría,
una extraña alegría
que yo no sé de dónde viene.
Tú eres mío… ¿Tú eres mío?…
Una puerta de hielo
hay entre tú y yo:
tu pensamiento.
Eso que te golpea en el cerebro
y cuyo martillar
me escapa…
Ven bésame… ¿Qué importa?…
Te llamó el corazón toda la noche,
y ahora que estás tú, tu carne y tu alma
¿qué he de fijarme en lo que has hecho ayer?
¡Qué importa!
Ven, bésame… tus labios,
tus ojos y tus manos…
Luego… nada
¿Y tu alma? Y tu alma!
CÉSAR VALLEJO
César Vallejo se nos fue muriendo
todos los días poco a poco
Se moría a pedazos
Primero se murió en Santiago
de Chuco luego en Trujillo
y después
se murió tras los barrotes
de una cárcel de aldea
La madre las hermanas
y aquella dulce Rita
de junco y capulí
y el padre hacedor de sus huesos
y nada más
todos fueron muriéndolo
y antes y siempre
la roja llaga del Perú
sangrándole
por todos los costados
No podía vivir así
Apurando sus hieles
se fue a París a España
Hambre de ser
de ver el Sol desde otros horizontes
los paisajes los hombres
sus ansias de vivir sus sueños
Hambre de pervivir
de vivir y sufrir
por quienes y por todos
Hambre de recrearse aupándose
sobre sí mismo
hambre de hombre integral
Nadie sabía mucho de Vallejo
apenas los amigos algunos
los poetas tal vez
que es otra forma de amistad
tal vez los enemigos
¿tenía acaso César enemigos?
pero él seguía con su muerte a pausas
a retazos
moría diariamente sin esperar el día
Cuando dejó el Perú
se fue tras de su muerte
CANTO PROLETARIO
“la vida es de los felices”
amanece en todos los pregones callejeros
rueda la mañana sobre el asfalto de
la tierra ululante y caliente
al extremo de la ciudad
los árboles saludan al obrero
con sus ramas estremecidas
por la alegría del viento vagabundo
el gran libertario
como un dolor sigue la sombra
la silueta del hombre
que desemboca en la ancha
puerta de la fábrica
allí el humo acaecido en las máquinas
el gemido de las poleas
bajo la presión del pensamiento humano
balcones a la eternidad
los ojos siguen la labor constructora
i toda la fábrica es una sola
maquinaria de empuje formidable
como un titánico organismo
que mueve el “motor maravilloso”
de los cerebros de 100 hombres unidos
¡el hermoso espectáculo del cerebro
i el músculo en acción!
el sudor les decora la cara
como otra sonrisa
que se tuesta en los labios apretados
de anhelo
la fábrica lo es todo:
la ESPERANZA i la CÁRCEL
Todos los días son MAÑANA
para el obrero que los lleva apretados
al corazón
como la imagen de la madre
¡ LI B ER T A D !
¡estandarte del Hombre!
el Sol espera la salida de la fábrica
desde el horizonte sus anchos brazos de luz
saludan el dolor del obrero
vencedor de la Vida
De Una esperanza i el mar (1927).
Embriaguez de dolor y amor
tan cercana a la muerte
hoy agonizan mis llamadas
frente al espectro de tu sonrisa
que ya es apenas
un instante muerto
ante tu realidad presente
desconocida para mí.
Yo ignoro todo
hasta los aletazos de la Tragedia
trazando sus círculos sobre mi cabeza
Solo en esta hora
de proyecciones infinitas
que amo y estoy
sola
y que ha muerto la tierra.
Amauta 9.
Prosa (ensayo)
De la reseña “Carlos Montenegro, EL RENUEVO Y OTROS CUENTOS, La Habana, Ediciones 1929”, Amauta 23:
La literatura de Latinoamérica inicia en estos momentos un nuevo ciclo mejor orientado y con lineamientos más definidos. Las etapas anteriores —de hace apenas dos, tres, cuatro años— vagas, vacilantes, donde todas las escuelas vanguardistas de Europa hallaron eco, pero como tal, demostraron su falta de raigambre, de efectividad, van dejando paso a un nuevo sentido estético donde la deshumanización es lo menos cierto. América, pueblo joven, pueblo de ancho porvenir y futura incubadora de un humanismo sin paralelo —valga la asimilación de 20 años de lucha europea y de oscuros y caóticos procesos en los mismos pueblos latinoamericanos para culminar en su propia definición social y ética— tiene en el arte, porción preponderante de la Cultura, un campo vastísimo para ejercer sus cualidades creadoras, de acuerdo con la conciencia recién despierta de la época.
El poema, el ensayo, el cuento, la novela, el teatro —género éste último jamás explotado en nuestros países con el concepto sociológico, educativo y recreativo a la vez, que es su índole— cobran matiz nuevo que ya no sólo es matiz y que a medida que avanza nuestra posesión de la verdadera misión del arte, va constituyéndose en instrumento dúctil que lleva en sí no sólo la belleza abstracta o simplemente contemplativa del arte por el arte —deshumanización— sino el temblor de la vida junto al aliento de lo bello.
Ni negamos ni exaltamos las excelencias de la influencia cultural europea sobre la conciencia en formación de nuestros pueblos. Las necesitamos en una época despersonalizada como fue la que siguió a la Conquista y al arrinconamiento casi definitivo de las culturas autóctonas. Por entonces América no era América, sino el reflejo —mal reflejo— de la importación occidental. Hoy ha cambiado el aspecto. América ha asimilado y está en capacidad de cooperar a la Cultura Universal con su creación propia, fiel reflejo de su idiosincracia racial, étnica y ética. Negación de la decadencia europea, la nueva producción artística de América es precisamente una aspiración humanista, desnuda de artificios, recuperada, rehabilitada, ansiosa de ser americana por el motivo único, por la realidad impulsora que en América es promesa vibrante y cierta
De “Andamios de vida”, Amauta 5 (fragmentos)
[…]
2o. EL ARTE NUEVO Y LA GENERACIÓN ANTERIOR A LA GUERRA
El fenómeno tiene esta explicación: el Arte nuevo —hijo de una época de formidables estallidos, la guerra europea, la revolución rusa, las hambres alemana, china, rusa, y por último la revolución china, de grandes triunfos científicos que han multiplicado la actividad de la vida, borrando todos los kilómetros del mapa, desconcertando el sentido común y creando una nueva filosofía— el Arte nuevo tenía que ser un resultado fatal e impostergable. Como todas estas conmociones filosóficas, sociológicas y científicas pasaron epidérmicamente sobre la conciencia de la generación anterior a la guerra, la persistencia de las nuevas bocinas —llámeseles jazzband, bataclán etc.— mortifica sus auditivos acostumbrados a las campanas conventuales del romanticismo y decadentismo, etc.
Pero los hombres nuevos, nacidos en pleno cataclismo, cuando la tierra vivía su más grande hora de tormentosa inquietud, fatalmente cargaron sus cerebros con las placas instantáneas de la comprensión rápida y la creación sintética, como el momento, que es lo único que vivimos —átomo y eternidad—. El Arte nuevo tuvo su primer vajido seguramente en la cabina de un aeroplano o en las ondas concéntricas del radio.
3o. EL SENTIDO VITAL DE LAS NUEVAS ESTÉTICAS
Esto que para nosotros tiene su más perfecto sentido de humanidad y vida resulta alambicado, oscurecido por forzadas cerebraciones, para el ocio intelectual de la generación inmediatamente anterior a la guerra—Para nosotros precisamente el arte nuevo, tiene este sentido simbólico formidable: su DINAMISMO.
El Arte nuevo impele a la aclaración del motor cerebral —todo él, estructurado de nervios en agilidad es un excitante de la energía. —El Arte nuevo canta siempre la realidad de la ACCIÓN: sea pensamiento, sea movimiento. —Y para nuestros pueblos latinos, soñadores e inactivos, demasiada falta hace un propulsor de energías que despierte las fuerzas creadoras de un gran futuro próximo.
En todas las épocas de la HUMANIDAD, el arte ha sido una resultante lógica de las diversas tendencias sociológicas y filosóficas. No ha sido un producto desconectado y anárquico —por más que en arte es donde más derecho de ser tiene la anarquía—. Directamente ligado a las bases más representativas de la época, el arte ha sido mas bien un espejo anticipado del panorama total inminente a realizarse.
Y esto que está dentro de la más estricta lógica tampoco ha sido violado esta vez, a pesar de haberse violado la lógica común.
El arte nuevo —verdad, sintetismo, humana alegría de vida, fuerza y creación— responde a esta gran época nuestra de la post-guerra, señalada por inusitados triunfos de la ciencia y el grito de libertad que lanza el hombre.
Todo un desfile de cadáveres fue necesario para esto —también los millones de fantasmas hambrientos—. El arte se desvistió de las inútiles pompas de Darío —la Belleza en sí, es estéril, el arte debe ser creador— y penetrando en la raiz de la vida empezó su labor humana.
Antes de la guerra hubo un arte de decadencia, completamente estéril para la vida, enervante y atrofiante para todo lo que no fuera paraísos artificiales —La guerra con sus tajos de sangre puso más humanidad, más sentido de vida a las manifestaciones del arte y como en toda época caótica el arte tuvo su caos para escapar al decadentismo y llegar a las anchas estepas ya soleadas de libertad, que son el arte nuevo, sin escuela definida, pero hermanado en acción y pensamiento a la Revolución Social cuyas semillas fructifican en el mundo.
No importa que los primeros en cumplir esta misión —los poetas precursores— nieguen la ligazón del arte al movimiento social y desdigan lo que oscuramente realiza. —Los que llegan después, y ya han nacido en plena HUMANIZACIÓN DEL ARTE, son los que cumplen conscientemente su doble misión de BELLEZA y de VIDA.
[…]
Fragmento sobre José Carlos Mariátegui, en entrevista con Sara Beatriz Guardia (reproducida en el catálogo de la exposición Trazos cortados. Poesía y rebeldía de Magda Portal, Lima: Casa de la Literatura Peruana, 2017)
Mi acercamiento a José Carlos Mariátegui, cuyos pormenores no recuerdo, se produjo casi por una ley física ya que él era entonces el polo de atracción más fuerte y entrañable. Vallejo había viajado a Europa, rumbo a su destino, y la mayoría de los jóvenes sensibles seguían el mismo derrotero que yo. Ninguno de nosotros con una ideología definida, pero sí con el anhelo de aprender la palabra vital de Mariátegui, que hacía poco había regresado de Europa.
De La vida que yo viví (edición facsimilar del mecanografiado original, Lima: Casa de la Literatura Peruana, 2017)
XVIII. Prisión [1934]
A las 11 de la noche me condujeron a la secretaría y el teniente entregó los despachos a los policías que debían llevarme a Lima, a la cárcel de Santo Tomás.
En las calles de Lima había pocos transeuntes a esas horas y en la portería de la Cárcel de Mujeres sólo había una mujer gruesa, de cara hosca, con signos de mal genio por la función que debía cumplir. Al frente se podía observar una puerta ancha, con una ventana pequeña. Detrás se oían diversos ruidos, coléricos, llorosos, insultantes. Eran las detenidas comunes de la noche que debían quedarse ahí hasta la mañana siguiente para ser interrogadas por el Comisario.
Los policías me entregaron con los respectivos oficios y la guardianía me hizo entrar y hubo como una alerta en las demás detenidas. Yo sentí como si me cayera un balde de agua fría. Adosadas a la pared había cuatro largas bancas, donde las detenidas se arracimaban, conversaban o lloraban. Me hicieron sitio y me senté. Me miraban curiosas por mi presencia, mi manera de vestir, en fin. Las fachas de ellas podrían haber servido para un cuadro de horror y miseria. Desgreñadas, ni viejas ni jóvenes, mal vestidas, era como si cada una de ellas arrastrara un fardo de miseria y de atroces sufrimientos. Una de ellas me dirigió la palabra —“Política, ¿no?”— con cierto desprecio por no ser como ellas. Le respondí tímida que sí, que era una política… Otra rezongó: ¡Política! I vi el gesto de disgusto en su cara.
Debía ser tarde ya, porque se empezaron a oír las campanas de la Iglesia. Una o dos horas después, aun sin haber amanecido, se abrió la puerta y la guardiana me hizo salir. Me esperaba una hermana religiosa que me condujo enseguida por inmensos corredores y jardines a la que habría de ser mi celda por 500 días. En el trayecto no cambiamos una sola palabra.
[…]
Mi primera noche en la prisión me hizo sentirme como más estable. Habían pasado los días de expectativa, de sorpresas desagradables, de trato discriminatorio. Ahora tenía una cama con sábanas limpias, de tocuyo pero nuevas, como si fueran hechas para mí sola. Traté de relajarme y retrocedí a los días anteriores cuando el hecho brutal de mi apresamiento, mi castigo en una celda de rigor, y los ocho días de incomunicación en una celda inmunda. Luego el viaje, la frustración de dos fugas, la llegada al Callao y sus peripecias, y el total silencio de los compañeros y de la familia. ¿Sabrían que había llegado? ¿Se habrían enterado de los que caímos presos y a dónde nos encontrábamos? Pensé en mi madre, en mi pequeña hija… Nunca antes estuve en prisión en el Perú; sólo escondida, perseguida, a salto de mata, pero ahora, incomunicada y sujeta a una condena de 500 días…