Llegado el siglo xxi, el Perú no ha sido capaz de resolver esta situación de exclusión que, bien mirada, podría ser descrita como un apartheid lingüístico, es decir, un régimen de exclusión del ejercicio pleno de la ciudadanía que afecta a un importante grupo de la sociedad peruana, en concreto a la población hablante de lenguas indígenas. Ciertamente no se trata de un apartheid explícito plasmado en regímenes legales que atribuyan derechos distintos a grupos segregados de la población, pero no por ello menos real.
Resolver este orden injusto es hoy un imperativo para una nación que inicia su tercer siglo de vida independiente y que arrastra hasta hoy una discriminación que no debe verse como un problema que se da en el plano únicamente interpersonal que afecta nuestras relaciones sembradas de desconocimiento del otro indígena, de su cultura y sus necesidades, sino, principalmente, como un problema estructural, un sistema de discriminación que está fuertemente insertado en todo el funcionamiento de la sociedad y del Estado.
Este libro es una invitación a recorrer este problema asumiéndolo como un viaje, en el que la propia biografía personal y familiar es una historia de lenguas transmitidas, mantenidas, escondidas y abandonadas. La idea de esta invitación es que podamos arribar juntos al reconocimiento de que el silenciamiento de las lenguas originarias en nuestro país es una historia de violencia que no nos es ajena, y que podríamos ayudar a reparar, construyendo juntos una justicia lingüística.