Bicentenario de las batallas de Torata y Moquegua: valor y sacrificio del Perú

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Por: Gral. Brig. EP Juan Urbano Revilla
Presidente del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú

 

La historiografía peruana merece dar el relieve al esfuerzo desplegado por obtener la independencia bajo la dirección político-militar de los propios peruanos. En esa línea, a inicios de 1823 se sucedieron las sacrificadas batallas de Torata y Moquegua.

 

Croquis de la batalla de Torata, Archivo General de Indias, Sevilla

 

El tiempo peruano de la guerra por la independencia

Luego del retiro de San Martín, la guerra por la independencia quedó en manos de los peruanos. El Congreso Constituyente emitió los decretos del 24 de octubre y 4 de noviembre de 1822, para “levantar cuerpos del Perú y reemplazar las bajas que estos tengan”, así como “que las clases militares del ejército y armada vacantes, o que vacaren, se provean en oficiales peruanos” (Gaceta del Gobierno, T.III, Nº 36, p.1 y Nº 42, p.1); es decir, tener oficiales y tropas peruanas.

Por su parte, la Junta Gubernativa -primer órgano de Poder Ejecutivo- tenía la tarea principal de terminar la guerra de la independencia y para ello decidió continuar con los planes que previamente venía elaborando el general San Martín.

 

La organización de la campaña militar

Entonces, la Junta Gubernativa decide emprender una pronta campaña militar contra las fuerzas realistas desplegadas en la sierra del centro y en el Alto Perú. El plan consistía en lanzar una expedición por mar en dirección al sur, desembarcar en los llamados puertos intermedios y, desde allí, insertarse en “cuña” entre las fuerzas realistas acantonadas en Arequipa y Oruro para batirlas una a una; mientras, se fijaba a los contingentes realistas del centro del país. Además, se esperaba contar con refuerzos desde Chile y el Río de la Plata, una difícil operación que se lanzó al combate.

 

Ubicación de Puertos Intermedios, sobre mapa de Mariano F. Paz Soldán, 1865

 

El lanzamiento de la primera expedición a puertos intermedios

El 17 de octubre de 1822 partió del Callao el “Ejército Libertador del Sur”, al mando del general rioplatense Rudecindo Alvarado, en dirección a Iquique con un efectivo total de 3953 hombres. Esta primera expedición a puertos intermedios estuvo compuesta por las tropas del batallón N° 1 de la “Legión peruana”; los cuerpos rioplatenses batallón Nº 11, el regimiento “Río de la Plata” y el regimiento “Granaderos a caballo”; además, los batallones chilenos Nº 2 y Nº 5, más diez piezas de artillería.

 

General Rudecindo Alvarado, al mando de las fuerzas patriotas en las batallas de Torata y Moquegua, 1823

 

El 3 de diciembre el convoy tocó Arica y desembarcó los cuerpos patriotas que se dirigieron muy lentamente hacia Tacna, llegando el 29 de diciembre, lo que afectó el factor sorpresa. Por su parte, las fuerzas realistas del sur estaban al mando del coronel Gerónimo Valdez, compuestas por unos 2522 hombres de infantería y caballería, entre los batallones “Gerona” en Torata, batallón “Centro” en Omate, tres escuadrones de “Cazadores”, un escuadrón de “Dragones de la Unión”, un escuadrón de “Dragones de Arequipa”, una compañía de “Zapadores” y dos piezas de artillería.

Es más, del núcleo realista de la sierra central se desprenden unidades al mando del brigadier José de Canterac, que raudamente se suman a las operaciones en el sur. Entonces, Canterac asumió como comandante general de las fuerzas en operaciones y se dirigió a Moquegua con los batallones “Burgos”, “Cantabria”, dos escuadrones “Dragones de la Unión” y dos escuadrones de “Granaderos de la Guardia”, más dos piezas de artillería (Dellepiane, 1964, p. 146).

En este escenario, en el mes de enero de 1823, las fuerzas realistas de Valdés se ubican en la zona de Yacango, entre Moquegua y Torata, en dirección al camino a Puno.

 

La batalla de Torata

El 19 de enero de 1823, en la mañana, las fuerzas patriotas del general Alvarado alcanzan la región Yacango y emprenden un brioso ataque contra los realistas, lo que suponía el éxito del combate; mientras las tropas de Valdez resisten y empiezan a retrogradar cediendo terreno hasta llegar a Torata, allí usan las ventajas del terreno y toman las elevaciones de Valdivia. La contienda se vuelve intensa durante el día,

Producto de la acción se contaron unas 250 bajas realistas, mientras que los patriotas dejaron más de 500 bajas, quedando sus soldados afectados en su moral.

Empero, a la par del talento militar de los jefes realistas Valdés y Canterac, se encuentra el valor de los patriotas como el Tte. Crl. Pedro La Rosa, comandante del batallón “Legión Peruana”, que derrochó bravura y gran resistencia frente a los ataques realistas, ante quienes no dudó en espetar: “¡Venid, españoles, venid y probad el valor de la Legión!”.

 

La batalla de Moquegua

Luego de Torata, el general Canterac, con los refuerzos completos llegados de Puno, decide retomar el contacto y reorganiza sus tropas en dos divisiones, una al mando del brigadier Manuel Monet y la otra al mando de Gerónimo Valdés; en tanto, las fuerzas del general Alvarado permanecían en Moquegua, con escasas municiones e inactivos. Entonces, el 21 de enero, llegó Canterac con el grueso de sus tropas avistando a los patriotas en la pampa de Tombolombo, aledaña al río Moquegua. A las 10 de la mañana las fuerzas quedaron frente a frente solo separadas por el río. Canterac decidió la ofensiva sobre las fuerzas patriotas, con un ataque frontal de Monet y un ataque envolvente de Valdés. Ante ello, la defensa patriota fue sobrepasada terminó cediendo el campo y en dispersión. Como resultado, quedaron unos 700 muertos, más 1000 prisioneros patriotas; de otra parte, las bajas realistas sumaron 150 muertos y 250 heridos.

 

Gerónimo Valdés, jefe realista de decisiva actuación en las batallas de Torata y Moquegua.
Dibujo de D. Valdiviezo. Colección de grabados Museo Nacional de AAH del Perú, Lima.

 

Corolario

En el tiempo peruano de la guerra de la independencia se aprecia las grandes dificultades políticas y militares de organizar y conducir la guerra. En ello, la primera campaña a puertos intermedios, con las batallas de Torata y Moquegua, son muestra del valor peruano de enfrentar a un enemigo fuerte y con jefes experimentados; aunque no alcanzaron los resultados esperados, es indubitable rescatar su sacrificio en el agreste derrotero de la independencia del Perú.