El camino a la instalación de nuestro primer Congreso

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Por: Víctor Arrambide Cruz

 

El 21 de setiembre de 1822, en El Cometa, uno de los tantos periódicos que circulaban en la capital peruana, apareció un artículo titulado “GRAN DÍA”, cuyo texto iniciaba así: «El día 20 ha sido el más grande para el Perú y para el general S. Martín. Para el Perú, porque ha visto reunida la representación nacional; para el general San Martín, porque ha manifestado su grandeza de alma, deponiendo en manos del Soberano Congreso, el poder que las circunstancias pusieron en sus manos». Con estas palabras, se resumía el sentimiento que se vivía hace 200 años, cuando en la capilla de la Universidad de San Marcos, ubicada en la plaza de la Inquisición (hoy plaza Bolívar) se instaló el primer Congreso Constituyente de nuestra historia.

¿Por qué es importante este hecho? Definitivamente es uno de los principales hitos de la etapa fundacional de nuestra vida independiente, porque la representación nacional fue la que decidió el sistema de gobierno que nos rige hasta la actualidad: la república. Si bien desde el discurso oficial se establece la jura de Lima el 28 de julio de 1821 como el inicio de nuestra vida independiente, 1822 marca el inicio de nuestra vida como república. Basta con leer el decreto del 16 de diciembre de 1822, que dispone el juramento de las Bases de la Constitución política peruana, donde se señala “3º —1º de la República”¹.

 

El Cometa, 21 de setiembre de 1822

 

La formación del primer Congreso se dio en circunstancias difíciles. Como señalan Pons Muzzo y Tauro, su existencia fue la más accidentada de todas las que ha tenido el Perú. Si bien en Lima se había instalado el Protectorado y había zonas del Perú “liberadas” de la presencia española, la guerra aún continuaba, con el virrey La Serna instalado en el Cusco y con las incursiones realistas en los Andes centrales. El lector de esta nota podrá ver en el Repositorio Bicentenario que, cuando San Martín a fines de 1821 convocó al Congreso Constituyente, se estableció que la instalación debía realizarse el 1 de mayo de 1822. Sin embargo, en las circunstancias en que se vivía en ese tiempo, era complicado que en 5 meses se pueda elegir a los representantes de los departamentos del país y que se trasladen a Lima. Por ejemplo, en febrero de 1822, la comisión encargada de la reunión del Congreso le informaba a San Martín las dificultades de la elección y venida de los representantes del norte peruano:

«…no podrán comunicarse a los departamentos del norte hasta el 8 de marzo, en la salida del correo de esa carrera, se recibirán en Truxillo el 18 del propio mes, en Piura a 24, y con mayor posterioridad a proporción de las distancias, en los puntos más apartados de la cabeza del departamento, siendo por fin inverificable su recibo en Maynas en todo el mes de abril».

Y en efecto, circunstancias como la descrita obligaron a la postergación de la convocatoria del Congreso hasta el 28 de julio de 1822, dada por el marqués de Torre Tagle, procurando con este día la legitimación de la fecha que ahora es emblemática dentro de nuestra sociedad, como claramente señalaba la convocatoria:

«¡Ojalá fuera posible acelerar la aurora del 28 de julio, en que nació el Perú para el mundo político, y en que va a verse por la primera vez la representación nacional, garantizando a los pueblos la LIBERTAD y la JUSTICIA de que han carecido! Los días en que se realizan iguales acontecimientos, deben ser marcados en la historia de todas las naciones, porque a todas interesa que se aumente el número de los pueblos independientes, y que se generalicen entre los miembros de la familia humana los beneficios que son consiguientes al progreso de las luces».

Sin embargo, nuevamente hubo demoras en las elecciones, además de la ausencia de San Martín por haberse trasladado a Guayaquil para reunirse con Bolívar. En cuanto a las elecciones, estas se pudieron realizar en las regiones liberadas. En cambio, para elegir a los representantes de las regiones donde aún había presencia española, se eligió a sus representantes en Lima. Así, luego de un proceso que duró entre junio y agosto de 1822, se eligieron 71 diputados propietarios y 20 suplentes.

Al revisar la documentación disponible en el Repositorio Bicentenario, podemos ver el protocolo que debía cumplirse el 20 de setiembre de 1822 y la fórmula de juramento, una tradición que se ha cumplido durante la vida del Congreso, pero con variaciones importantes debido a los cambios que ha vivido nuestra sociedad. Los primeros diputados de nuestra historia, los “padres de la patria”, juraron de esta forma:

«Juráis conservar la Santa Religión, Católica, Apostólica, Romana, como propia del Estado; mantener en su integridad el Perú; no omitir medio para libertarlo de sus opresores; desempeñar fiel y legalmente los poderes que os han confiado los pueblos; y llenar los altos fines para que habéis sido convocados».

A esta fórmula los diputados dirían: «sí juramos», para pasar de dos en dos a tocar el libro de los santos evangelios, y una vez concluido el acto, el jefe supremo debía decir: «si cumpliéreis lo que habéis jurado, Dios os premie; y si no, él y la Patria os lo demanden».

De esta forma quedó instalado nuestro primer Congreso Constituyente hace 200 años, en el antiguo claustro sanmarquino, donde hoy se encuentra el actual Palacio Legislativo. En él se reunieron representantes del clero, la magistratura, la ciencia, el comercio, la milicia y el pueblo en general. Para las juntas preparatorias se eligió al viejo maestro del Convictorio de San Carlos, Toribio Rodríguez de Mendoza, y allí se encontró con sus antiguos discípulos, como los republicanos José Faustino Sánchez Carrión y Francisco Javier Mariátegui. Entre otros destacados miembros se encuentran Hipólito Unanue, José Gregorio Paredes, José Larrea y Loredo, Justo Figuerola, Carlos Pedemonte, José María Galdiano y Francisco Xavier de Luna Pizarro, quien fue elegido su primer presidente. El Congreso fue el encargado de seguir adelante con la guerra contra los realistas que estaban en el sur, en lo que se conoce como “la etapa peruana de la independencia”.

 


¹ 3º hace referencia al “tercer año de la libertad”, porque se consideraba desde 1820, con el desembarco de la Expedición Libertadora como el inicio de la libertad peruana.