Sentir, vivir y ser escuchados en el propio idioma para construir una verdadera ciudadanía intercultural

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Por Jaime Vargas Luna
Unidad de Gestión Cultural y Académica
Proyecto Especial Bicentenario

 

Cada pueblo ama en su idioma, y cada idioma tiene una historia larga y rica, con términos misteriosos, enrevesados y potentes, que dan cuenta de la manera de pensar, sentir, imaginar y vivir, de cada cultura. En el Perú, tenemos 48 lenguas originarias oficiales, cada una con su propio alfabeto, además del castellano y del lenguaje de señas. Esa riqueza lingüística, que es milenaria y es la expresión más potente de nuestra diversidad cultural, debería ser protegida, tendríamos que cuidar, conocer y fortalecer nuestras lenguas, pero –a lo largo de la historia– casi no lo hemos hecho. 

Todos tenemos una biografía lingüística, formada por la lengua o lenguas que se hablan o se hablaban en el entorno en el que nacimos y crecimos, pero también por las lenguas que hablaron nuestros padres, sus padres y los padres de sus padres. A través de cada idioma se transmiten memorias, saberes, cantos, oraciones, historias, nombres de animales, de espíritus, maneras de comprender enfermedades, sueños y deseos. A esa biografía se suman también las lenguas que vamos aprendiendo en la vida, y que nos conectan, como puentes, con otros pueblos, otras maneras de sentir, de comunicar, de vivir. El multilingüismo tiende puentes entre comunidades, nos acerca. Mantener viva la lengua de nuestros ancestros es también, por lo tanto, mantener viva su cultura, su herencia, su manera de comprender el mundo. Por eso, cuando una lengua va dejando de hablarse, se van borrando con ella las huellas de una cultura, de una filosofía, de un pueblo entero. Si el multilingüismo va tendiendo puentes, el avance del monolingüismo en un país como el Perú, va haciendo lo contrario, destruyendo puentes, borrando identidades, vaciando sentidos, creando silencios e impidiendo escucharnos los unos a los otros. 

La serie de libros Nudos de la República, de la colección Biblioteca Bicentenario, muestra los desafíos pendientes de la república peruana. A través del análisis de la historia de la educación, de la salud o de nuestra democracia peruanas, podemos comprender mejor nuestra sociedad, pero también imaginar caminos para forjar una mejor sociedad para el presente y el futuro. Entre estos desafíos, uno de los más grandes es el de la justicia lingüística y cultural. A millones de peruanos y peruanas, cuyos ancestros han vivido en nuestro territorio por miles de años, se les ha impedido históricamente acceder a una educación en su idioma, así como a servicios básicos como la salud o la justicia por no comprender adecuadamente el castellano, viviendo, así como extranjeros en su propio país. Esto ha llevado a que muchos renuncien a aprender las lenguas de sus padres, las cuales van desapareciendo y con ellas, se va perdiendo la memoria de pueblos enteros, sus culturas, sus identidades.   

El libro “Contra el silencio. Lenguas originarias y justicia lingüística”, del lingüista Agustín Panizo Jansana, propone un viaje interior y polifónico para comprender la realidad del multilingüismo peruano, pero también el desafío que afrontamos. Escrito en un lenguaje sencillo y accesible para cualquier lector, el libro nos ayuda a comprender algunos conceptos básicos sobre las lenguas en el mundo y la importancia de protegerlas; y nos sumerge después en la compleja realidad del multilingüismo peruano y de la injusticia lingüística. 

El autor –ex director de la dirección de lenguas indígenas del ministerio de cultura, promotor de la política nacional de lenguas indígenas y un gran impulsor de políticas para el reconocimiento y recuperación de estas–, comienza preguntándose sobre la pertinencia de ser él el encargado de la escritura del libro, siendo un limeño cuya lengua materna es el castellano, y en lugar de responder teóricamente, decide compartir en el libro la voz con distintos miembros de comunidades originarias, para que sean ellos mismos quienes hablen de sus lenguas y culturas, tanto de la discriminación sufrida como de los esfuerzos de cada comunidad por recuperar y fortalecer sus idiomas, y con ello, a sus pueblos, escapando así, de manera consciente, del paternalismo de “hablar por los otros”. Finalmente, el libro da cuenta de los importantes avances que se han dado en las políticas públicas en años recientes, resaltando el esfuerzo de los distintos pueblos originarios en estos procesos de recuperación y fortalecimiento de cada lengua, planteando claramente que la ruta para una justicia lingüística en el Perú es la de abrazar el multilingüismo, por muy difícil o titánica que parezca la tarea. 

En el día de la lengua materna, cabe recordar que no hay lengua más importante que la propia lengua, aquella en la que nos cantan las canciones de cuna, aquella en la que construimos nuestro sentido del humor, en la que nos enamoramos, y que expresa nuestros más profundos miedos, y nuestros conceptos más complejos. Para que el Perú sea un verdadero Estado que reconozca y valore a todos sus ciudadanos, es imprescindible que se promueva el aprendizaje y el uso de sus 48 lenguas originarias, además del castellano y del lenguaje de señas; que no se discrimine a nadie por no tener dominio del castellano ni se considere que esta lengua es más importante que ninguna otra. 

Por ello, para acercarnos a la realidad de las lenguas originarias del Perú, pero también a la voz, las preocupaciones, los deseos e incluso los rostros de sus hablantes, invitamos a todos los lectores a leer “Contra el silencio”, estupendo libro de Agustín Panizo Jansana, incluido en la serie Nudos de la República y disponible, como todos los libros de la colección Biblioteca Bicentenario, en www.bicentenario.gob.pe/biblioteca.