María Elena Moyano, la Personalidad Meritoria de la Cultura de Villa El Salvador

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No podemos recordar a María Elena solo por su tragedia. Eso significa olvidar su trayectoria, que es rica porque era el fiel retrato de decenas de jóvenes que a principios de la década de 1990 luchaban por cambiar la realidad de sus barrios.

No podemos recordar a María Elena solo por su tragedia. Eso significa olvidar su trayectoria, que es rica porque era el fiel retrato de decenas de jóvenes que a principios de la década de 1990 luchaban por cambiar la realidad de sus barrios y por el porvenir de sus familias, en Puno, en Tumbes, en Villa El Salvador.

María Elena nació el 29 de noviembre de 1958 en Barranco. Hija de Eugenia Delgado Cabrera y de Hermógenes Moyano Lescado, tuvo siete hermanos: Rodolfo, Raúl, Carlos, Narda, Eduardo y Martha. Si bien vivió sus primeros años en Barranco, luego se trasladó a Surco, donde residió hasta los doce, cuando los Moyano Delgado se mudaron al desierto de Villa El Salvador, en lo que hoy es el Sector 3 de ese distrito. En ese lugar su familia habitó un terreno alquilado. “Eran cuatro esteras como un cuadrado y una encima. Recuerdo que hacía mucho viento y de noche casi se salía el techo de estera”, refería ella en su autobiografía.

Hizo la primaria en el Colegio Jorge Chávez, a escasos metros de la Plaza de Armas de Surco, donde formó parte de la selección de vóley. De acuerdo a su testimonio, llegar hasta su colegio implicaba despertar a las cinco de la mañana, atravesar la ciudad hasta Higuereta y luego caminar media hora. Eran épocas difíciles, sin un padre y con una madre sin trabajo.

Ingreso a la universidad

Al terminar el colegio, su familia le pidió a ella, junto a Martha, postular a la universidad, a San Marcos sobre todo. Pero el miedo a que el dinero no alcance, hizo que María Elena tome un curso de técnica de oficina, y pidió a sus hermanos que apoyen en su postulación a Martha, quien no logró ingresar.

Tan pronto como se acercaron los exámenes de la Universidad Garcilaso de la Vega, su hermano mayor, Carlos, les pidió que ambas postulen, pues él vería el modo de solventar su educación. Nuestra dirigente aceptó con la condición de elegir su carrera, pues su madre exigía que estudie derecho, pero al no aceptar otra carrera, ella tuvo que mentir y así empezó a estudiar Sociología, pese a que, según solía comentar, no se preparó en ninguna academia. Gustavo, su pareja, apoyó su proceso: postular a sociología, primero, y tener la valentía de ir a ver los resultados del examen, después.

Malena refiere que no solo mintió a su madre al momento de postular, sino a la universidad. En la hoja de datos personales sostuvo que vivía en Barranco, y que tenían un padre comerciante y muy pudiente.

Tras su paso por la parroquia, ella y cientos de jóvenes del desierto comenzaron a reunirse en el local comunal del sector. En ese lugar formaron un grupo cultural y de apoyo a la junta comunal de Villa El Salvador. En paralelo, en la universidad comienza a ingresar a discusiones sobre la lucha de clases, y a cuestionar su pobreza y la de su entorno.

Vida política en el arenal

En esa época, conoce las primeras escuelas de formación política maoístas que aparecen en el sur de Lima, una de las que la captó. Moyano refiere que las lecciones solían ser aburridas y desconectadas de los intereses de los jóvenes de su comunidad, lo que llevó a que muchos de ellos abandonen la actividad comunal. Esa experiencia, como miembro del Partido Unificado Mariateguista, la llevó a participar en la toma de colegios públicos de Lima. En paralelo, ayudó a constituir la escuela para niños pequeños, donde fue animadora durante cuatro años.

Tras la Huelga Magisterial, en la que ella era dirigente de las animadoras del Colegio Pachacutec de su sector, al pie de la avenida José Carlos Mariátegui, tiene problemas en casa, por haber desaprobado el ciclo, apoyar una huelga que fracasó y salir embarazada de Gustavo, con quien ya llevaba cinco años. Una nueva etapa comienza en su vida. Su primer hijo había nacido, pero las familias de ambos estaban desempleadas y en absoluta pobreza, lo que obliga a que ambos se muden a la azotea de un edificio en Miraflores, donde podían vivir a cambio de cuidar y limpiar el resto del condominio. Una tarde, robaron ropa de una propietaria en la azotea, la que culpó a María Elena y a su familia, lo que generó un altercado que aceleró su despido. La familia volvió a Villa El Salvador. Era 1983.

En esa época, Moyano tiene un nuevo hijo, a quien cuidaba mientras alfabetizaba niños de la zona, gracias a lo que dirige la fundación del club de madres “Micaela Bastidas”. Eso dio pie a que sea elegida como subsecretaria de organización de la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador. Ese cargo le permitió convertirse en presidenta de la Federación, cargo que vuelve a asumir en 1988.

Enfrentamientos con Sendero Luminoso

En ese período, María Elena sienta una posición crítica con Sendero Luminoso y su participación en los procesos políticos de Villa El Salvador. Ella ya es parte del Movimiento de Afirmación Socialista tras su alejamiento del PUM. Por su parte, Sendero la considera una contrarrevolucionaria y reaccionaria. Entre 1989 y 1991 los enfrentamientos entre Moyano y enviados por la organización terrorista crecieron, sobre todo porque María Elena había iniciado una expansión de la imagen pública de su Federación, y porque ella acusaba directamente a los senderistas de los atentados ocurridos en su distrito y su sector. En 1991 Sendero explota una bomba en un almacén de la Federación de Mujeres y acusa a Moyano del acto.

La situación se agravó porque Moyano fue elegida como teniente alcaldesa de Villa El Salvador en 1989, bajo la gestión de Michel Azcueta, lo que coincide con el asesinato del dirigente obrero Enrique Castillo, en octubre del mismo año, por parte de Sendero Luminoso, algo que hace que Malena decida repudiar con mucha más energía los actos del grupo terrorista.

El Paro Armado y la Marcha por la Paz

El 14 de febrero de 1992, Sendero Luminoso decreta un paro armado, por lo que María Elena organizó a sus compañeras en una contramarcha denominada “Marcha por la Paz”. Además de la escasa convocatoria por el miedo a las represalias, los terroristas dejaron un paquete de dinamita en la casa del alcalde Azcueta.

El 15 de febrero de 1992, tras pasar un día de playa, Moyano y su familia acudieron a una pollada en el primer sector de Villa El Salvador. En el lugar, una senderista logra herir al policía que la resguardaba, y luego se dirigió al lugar donde departía nuestra líder. La joven del colegio Jorge Chávez recibió dos disparos, en el pecho y la cabeza, y luego fue dinamitada con cinco kilos de explosivos adheridos a su cadáver.

La portada del diario la República del 16 de febrero de 1992 tenía como titular “La balearán, la dinamitarán… ¡Y NO PODRÁN MATARLA!”.

A fines de 1992, la Federación de Mujeres de Villa El Salvador agrupaba a 112 comedores populares, alimentaba a 30 mil comensales a diario y gestionaba 507 Comités de Vasos de Leche que atendían aproximadamente a 60 mil niños y niñas, según datos de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional.

El 13 de junio del 2017, el Ministerio de Cultura otorgó de forma póstuma la Personalidad Meritoria de la Cultura a la joven madre y estudiante de sociología de Villa El Salvador “… en reconocimiento a su activa y valiente defensa de los derechos humanos a favor de la mujer, como dirigente vecinal y luchadora social. Revaloró el aporte cultural de la mujer afroperuana a la construcción de un país.”

No, no pudieron matarla.