La ausencia de las batallas de Torata y Moquegua en la memoria colectiva

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Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones

 

El 19 y el 21 de enero de este año ha pasado desapercibida la conmemoración por el bicentenario de dos grandes acciones por la independencia del Perú, no solamente por la violencia que se vive en el sur del país, sino porque este suceso no ha sido difundido a nivel masivo desde siempre, siendo evocado únicamente como una efeméride local y regional, como parte del alma de la identidad de todos los moqueguanos y moqueguanas.

Se destacaron como protagonistas de estas acciones cargadas de heroísmo: el general Rudecindo Alvarado, el coronel Mariano Necochea y el sargento mayor Román Deheza; y, con ellos, la oficialidad y la tropa enfrentada al ejército relista que vivaba a su rey.

El 11 de enero de 1830, ante una consulta del presidente de la Junta Calificadora de Servicios Militares, el gobierno determinó que solo deberían considerarse batallas a los enfrentamientos entre los patriotas y los realistas ocurridos en Pichincha, Torata, Moquegua, Zepita, Junín, Ayacucho, Portete de Tarquí y los sitios del Callao.

 

Croquis del ataque de las dos columnas realistas a las posiciones patriotas apoyadas en su izquierda en la villa de Moquegua.

 

 

Si este reconocimiento ocurrió a menos de una década de los sucesos, es de suponer que la trascendencia de las batallas de Torata y de Moquegua fue por lo mayúsculo de los sucesos, grandes batallas, aunque significaron un revés para los peruanos y para los patriotas americanos. Hubo diversos encuentros que, sin tener el rango de batallas, hoy se insiste en considerarlas como tales, pese a que no existen partes de batalla que den cuenta, ni oportunamente merecieron esa calificación oficial.

En las fojas de servicios de más de un combatiente, que se conservan en el Archivo Histórico Militar, se lee con frecuencia en los expedientes por jubilación o montepío que, en el detalle de las acciones mencionadas por los beneficiarios, están ambas batallas: Torata y Moquegua, como lo dimos a conocer en el Diccionario biográfico de beneméritos a la patria, en 2018.

Sin embargo, ¿porque el desarrollo de estas batallas no se cuenta ni se magnifica entre los estudiantes de la secundaria? Quizá por sus resultados, porque fueron una derrota pese a los esfuerzos de los patriotas, que poco pudieron hacer para derrotar a los realistas.

Junín y Ayacucho fueron grandes victorias. Con ellas, sobre todo la segunda, se hizo más trascendente la consumación de la independencia, por el significado de la capitulación. Ambas acciones gozan de masiva difusión en los textos de la primaria y secundaria, al punto de considerárseles como íconos en la lucha por la libertad e independencia del Perú y de América.

El conocimiento de las batallas de Torata y Moquegua está reservado solo para estudiosos de la Historia, y los detalles de estos encuentros los conocen especialistas en la independencia o biógrafos de sus protagonistas, como sucede con la batalla de Zepita, ocurrida el 25 de agosto de 1823.

 

Croquis de la batalla de Torata, Archivo General de Indias, Sevilla

 

Desde que llegaron al Perú, los soldados sanmartinianos estaban afanosos por demostrar que su espíritu guerrero y de libertad era grande, y a ese ejército que conformaban se sumaron peruanos de todos los rincones de la patria, incorporados con diversos grados en un simultáneo reconocimiento de capacidades y de patriotismo que no distinguía color, porque muchos negros y mulatos lucharon por la libertad de América, para gloria de los afrodescendientes.

Los combatientes de Torata y Moquegua demandan que el país entero sepa sobre este protagonismo olvidado, para ser conocido por todos los peruanos y peruanas, porque si bien militarmente fue una derrota, en el heroísmo y demostración de amor a la patria fue una evidencia a los realistas de que la independencia del Perú estaba muy próxima, y que sus hijos la lograrían muy pronto.

Cuando se protagonizaron las batallas de Torata y de Moquegua, el general San Martín ya no se encontraba en el Perú, y el general Simón Bolívar aún no había sido invitado a venir a este país, al que llegaría recién en setiembre de 1823.