¿Cómo se enteraron los ayacuchanos de la llegada de San Martín a Paracas y qué tiene que ver el quechua en esto?

Etiquetas:
                   

Como sabemos, el día 7 de setiembre de 1820 el Ejército Libertador al mando de José de San Martín llegó a la bahía de Paracas. El Proyecto Especial Bicentenario incluso conmemoró los 200 años de este crucial desembarco. Sin embargo, algo que llama la atención es que solo 8 días después, los pueblos quechuas de Cangallo, Huancavelica y Ayacucho ya sabían de este ejército. ¿Cómo fue posible esto si no existían vehículos motorizados ni teléfonos? La respuesta: volantes en quechua con discursos de San Martín que llegaron a sus manos. En este artículo te lo contamos.

San Martín y las proclamas para que los indígenas no paguen tributos

Cuadro de Etna Velarde que grafica el desembarco de San Martín en Paracas.

De acuerdo a la tesis del historiador José Igue, Bandolerismo, patriotismo y etnicidad poscolonial: los “morochucos” de Cangallo, Ayacucho en las guerras de independencia, 1814-1824, el 8 de setiembre de 1820, tras desembarcar, San Martín emitió una proclama desde Pisco rechazando la intención del virrey Joaquín de la Pezuela de restaurar la Constitución de Cádiz. En esta proclama, llamada “A los habitantes del Perú”, el libertador argentino sostenía que “la América no puede contemplar la Constitución de las Cortes, sino como un medio fraudulento de mantener en ella el sistema colonial”.

Lo curioso de esto es que solo una semana más tarde, el 16 de octubre, esta proclama ya era utilizada en Ayacucho para declararse en rebeldía. Muchos habitantes no tardaron en emplearla para negarse a pagar tributos a la colonia. Así, el subdelegado de Cangallo, Francisco Velarde, al ser enjuiciado por no pagar los impuestos del pueblo que administraba, afirmó que “Una gente, pues de tan aviesa índole (…), ¿pudo prestarse dócil al pago íntegro de la contribución en setiembre de 1820, en que ya aparecieron en nuestras costas los revolucionarios, cuyas proclamas subversivas ya circulaban en todas partes?”.

Los pueblos de Ayacucho, Huancavelica y Junín estaban totalmente conectados con lo que sucedía en la costa.

La Universidad de San Marcos resguarda un ejemplar de unos volantes que no son sino reproducciones de las proclamas de San Martín. En estas, el libertador llamaba a los indígenas a negarse a pagar tributos. Otros subdelegados del mismo Ayacucho refieren lo mismo que Velarde, es decir, que no podían pagar sus tributos a la corona porque los indígenas se habían sublevado, animados por los mensajes de los libertadores que habían llegado a ellos gracias a que estaban escritos en quechua.

Álvarez de Arenales llega a la sierra

Tras tomar y sublevar varias villas de Ica, los libertadores se separan en dos grupos para tomar Lima: San Martín, con su flota, se dirige a Huaura, mientras que Juan Antonio Álvarez de Arenales partió a Huamanga el 21 de octubre con el propósito de independizar a toda la sierra central. Así, San Martín por la costa y Álvarez de Arenales por la sierra, aislarían a Lima.

Igue cita a un soldado del ejército de la sierra, José Segundo Roca, quien registra en sus memorias la sorpresa que le produjo ser testigo del apoyo que iba recibiendo el ejército al llegar a diferentes pueblos andinos. Afirma que, por cada lugar que pasaban camino hacia Huamanga, los ciudadanos los recibían con regalos como ganado, papa y queso, y cuando menos los recibían a lo lejos con música, cantos en quechua y efusivos saludos.

El mismo Roca explica cómo es que los pueblos se habían enterado del desembarco y la presencia de los libertadores: “San Martín (…) lanzó emisarios secretos que desparramaron proclamas impresas, en castellano y quichua, hablando a todas y cada una de las clases y castas de que se componen aquellas masas, explicándoles su empresa y el rol que cada cual estaba llamado a desempeñar”.

Hasta hoy, los pueblos de la sierra central del Perú conmemoran el paso de Álvarez de Arenales y recuerdan que sus ancestros se sumaron a esa lucha.

Así, los indígenas de Ayacucho y la sierra central supieron en tiempo real de la llegada de los libertadores. Estos, la mayoría criollos cuya lengua era el español, habían entendido que no podían ganar a España solo con enfrentamientos cuerpo a cuerpo, sino a través de una “guerra de opinión”, que sumara a más y más gente a través de los discursos, los volantes y las noticias de boca en boca. Como el Perú era eminentemente indígena, vieron que el apoyo de los quechuas de los Andes y otros pueblos sería crucial, y a ellos se debían dirigir. Y así sucedió.

En resumen, en diferentes investigaciones se muestra que las batallas de Ayacucho, Junín y Pasco, además de las independencias de Tarma o Huamanga, se lograron no solo con la decisión de los criollos que vivían en el lugar, sino con el apoyo decidido de los indígenas, quienes se sumaron a la expedición de Álvarez de Arenales no solo con su presencia, sino también con víveres y animales, quienes tuvieron acceso a proclamas escritas en quechua por orden de San Martín.

Cátedra Bicentenario dedicada a la Expedición de Álvarez de Arenales

Si quieres saber más de esta importante campaña militar en el proceso de nuestra independencia, te invitamos a participar de la octava edición de la Cátedra Bicentenario: “El impacto de la campaña de Álvarez de Arenales en la sierra central del Perú”. La cita es este lunes 14 de diciembre a las 11 a. m. Inscríbete gratuitamente dando click a la imagen: