Sobre héroes (y heroínas) sin tumbas

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Por Alfredo Pomareda

 

 

La importancia de la tradición oral en la memoria histórica peruana y cómo en los últimos dos siglos hemos construido o reconstruido figuras populares que gatillan orgullo, unidad y patriotismo

 

 

En la llanura de Ayacucho, en Cangallo, a casi 3000 metros de altura, se encuentra Incaraccay. Es un centro poblado habitado por no más de 200 personas, en donde los niños y niñas aprenden a montar a caballo al mismo tiempo que a leer y escribir. Ahí se han asentado los descendientes de los Morochucos, esos vaqueros del Ande que hace 200 años participaron en el proceso independentista de nuestra patria. En Incaraccay vive Walter Auqui, cuatro hijos, cristiano, agricultor y jinete ocasional.

Walter se autoproclama como el bisnieto de Basilio Auqui Huaytalla, el héroe más representativo de esta zona, un hombre de casi setenta años, de barba y poncho, a quien la historia y la tradición oral le ha adjudicado el liderazgo en la victoria de la batalla Secchapampa, en la que los Morochucos vencieron a los realistas hace dos siglos. Desde este año, por ley, Basilio Auqui es héroe y mártir nacional. Es decir, su gesta ha sido validada. Se dice que tras su victoria en Secchapampa, la represalia fue durísima: él y su familia fueron torturados y asesinados por el ejército español, al mando del general José Carratalá.

 

 

Walter Auqui repasa la vida de Basilio Auqui como quien narra un cuento. No leyó su historia en los libros escolares, simplemente porque no está. Su padre, sus abuelos y luego los ancianos del pueblo le contaron sobre la gesta de Basilio, cada uno con diferentes matices. La tradición oral, le dicen, ahora tan tomada en cuenta por historiadores y académicos.

Lo que está claro en Incaraccay es que Basilio Auqui es el héroe máximo de ese pueblo y de alrededores, es el símbolo de coraje, de fortaleza y de rebelión ante la opresión. Walter Auqui se infla de orgullo cada vez que habla de Basilio y eso sucede en muchos rincones de Incaraccay, un lugar atiborrado de murales que detallan las hazañas de Auqui Huaytalla. Lo único que no pueden responder es dónde está su tumba. Algunos dicen que los realistas eliminaban todo rastro de quienes buscaban la libertad. Sin embargo, es muy interesante el enfoque de aquellos que veneran a Basilio Auqui: “Él está vivo en nuestros corazones, está vivo porque sus valores y su lucha nos acompaña”, dice Fray Prado Huaytalla, alcalde de Incaraccay. Tiene 25 años y desde hace cuatro es la máxima autoridad en este olvidado lugar.

Historiadores y profesores ayacuchanos discuten sobre las hazañas y hasta debaten alrededor de la existencia de Basilio Auqui, pero lo que no pueden objetar es que los vecinos de Cangallo lo han hecho suyo y lo han elevado a la categoría de héroe popular: le han levantado estatuas, murales, han bautizado a sus hijos con el nombre de pila del viejo Morochuco y hasta algunos, como Walter, se adjudican un parentesco. La leyenda detrás de un héroe es inevitable, pero la carga de reivindicación que ella lleva hace que el personaje se convierta en persona. En Incaraccay, Basilio existe porque no se deja hablar de su lucha. No se le cataloga como un salvador, sino como un tipo lleno de coraje que levantó a un pequeño ejército de jinetes para luchar una guerra que sabía que podía perder. Sobre todo, porque los españoles eran muchos, tenía mejor armamento y no estaban dispuestos a abdicar a su hegemonía en los Andes del Perú.

Después del triunfo de Basilio y sus huestes, Cangallo fue incendiado por las tropas realistas. Aquel flagelo acrecentó aún más la figura de Auqui Huaytalla. Desde el Proyecto Especial Bicentenario intentamos darle valor a héroes y heroínas cuyas gestas son conocidas por muy pocas peruanas y peruanos. En la actualidad estamos elaborando un documental audiovisual sobre Basilio Auqui Huaytalla, héroe nacional, Morochuco, cangallino. No es una tarea fácil, sobre todo por la poca información que se ha escrito sobre este personaje. Sin embargo, la potencia de los datos vertidos desde la tradición oral y el apego de un pueblo hacia su héroe hacen posible que la historia persista y se mantenga vívida.

Nos esforzaremos por visibilizar las vidas de otros héroes y heroínas olvidadas o poco valoradas como Matiaza Rimachi, Juana Manrique, Brígida Silva y el militar José Andrés Rázuri, entre otros. Cada uno de ellos posee una historia de lucha distinta, pero que apunta hacia ideales en común: la libertad, la igualdad, el derecho al progreso sin necesidad de ser pisoteado.

Sin duda, hay gestas que aún continúan y hay héroes y heroínas actuales que bregan por lograr distintas independencias, una de ellas es la igualdad de oportunidades. Esta pandemia, que ha traído desolación y muerte, también nos ha dado la posibilidad de conocer a cientos de peruanas y peruanos contemporáneos que construyen un mejor país. De ellos nos ocupamos todas las semanas en el programa de televisión Modo Bicentenario, que se emite por TVPerú.

La historia narrada es la historia que perdura y una buena forma de inmortalizar héroes y heroínas es no dejar de hablar de ellos. No importa que la tumba de Basilio no exista, no importa que no se encuentren los huesos de un héroe, lo que más importa es que el pueblo lo siga valorando, lo siga elevando, lo siga queriendo.