¿Qué fue la Rebelión de Huánuco y quiénes participaron en ella?

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La independencia del Perú no se reduce al acto de proclamación. Abarca múltiples acciones previas que suman hacia la liberación del yugo impuesto por la Corona española. Tal es el caso de la rebelión de Huánuco, levantamiento en el que participaron indígenas, mestizos y criollos.

La rebelión de Huánuco

El 22 de febrero de 1812, la ciudad de Huánuco fue tomada por un grupo de indígenas liderados por el criollo Juan Crespo y el curaca Norberto Haro.

Crespo y Castillo era un criollo natural de la misma ciudad, y se trataba de un importante y solvente empresario agrícola y minero, que ocupó cargos políticos como regidor y síndicio procurador. ¿Qué era un síndico procurador?, pues se trataba de lo que ahora sería el abogado de la municipalidad.

En el acto también participó Norberto Haro, un curaca huanuqueño que también era denominado como Tupa Amaro por los indígenas locales. Además, a él se sumó José Rodríguez, alcalde de Huamalíes.

Desarrollo de los hechos

Juan José Crespo y Castillo representó el sentimiento de descontento tanto de criollos como de indígenas frente a las medidas tributarias y de control fiscal dictadas por el gobierno virreinal. Con apoyo masivo de indígenas  de Panatahuas, Huamalíes, Huánuco y otras poblaciones, y con la adhesión de sectores criollos, el movimiento de protesta tomó control de la ciudad de Huánuco el 22 de febrero de 1812, siendo elegido algunos días después Crespo y Castillo como jefe político y militar. Un mes después, el Virrey Abascal decidió contrarrestar el movimiento insurgente y envió a José Gonzales de Prada, Intendente de Tarma, con hombres que pudieran hacer frente a las huestes de los rebeldes huanuqueños.

Tras perder la batalla de Puente de Ambo, en marzo de 1812, frente a las tropas realistas, habiéndose causado la muerte de cientos de indígenas rebeldes, Crespo y Castillo, juntamente con el alcalde de Huamalíes José Rodríguez y el curaca Norberto Haro, fueron enjuiciados y ajusticiados en Huánuco con pena de garrote, en setiembre de 1814.

La importancia de esta rebelión es que se trató de una primera revuelta regional en el centro del país, fuera del territorio sureño donde el sentimiento de autonomía se fue haciendo cada vez más evidente. Esto era el reflejo de la consolidación de una identidad criolla y de la apropiación regional de las ideas liberales.