Un viso de esperanza, por Teresina Muñoz-Nájar

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Esta columna forma parte de las Columnas Bicentenario que se publican en el diario El Comercio. Puedes revisar la publicación original aquí.

Es complicado ser optimista, positiva, medianamente feliz en estos tiempos aciagos e inciertos. Y es que no son  pocos los momentos en los que nos hacemos preguntas que nadie responde: ¿podremos contar algún día siquiera una muerte, un contagio menos que el día anterior? ¿Acabar con la angustia estremecedora de esos compatriotas nuestros que arriesgan sus vidas por un plato de comida? ¿Proteger al sabe dios qué número de niñas y mujeres que son violadas, maltratadas o asesinadas en sus propias casas mientras cumplen con el encierro? ¿Abrazar al amigo antes de que se vaya para siempre? ¿Enterrarlo, por lo menos? Pienso en mi querido Lucho Repetto, cuya ausencia es imposible de procesar y que ni siquiera podrá tener la fiesta de despedida que tanto se merecía. ¿Hay, entonces, un viso de esperanza?

Afortunadamente lo hay.

En los últimos meses, en medio de esta crisis, he visto nacer y consolidarse, desde el Proyecto Especial Bicentenario (PEB) de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), una serie de iniciativas tan importantes como alentadoras. En primer lugar, el llamado a jóvenes, adultos y adultos mayores a ser Voluntarios del Bicentenario o voluntarios “del cuidado”, como bien se les llamó en una columna publicada en este mismo diario hace algunas semanas. Miles de ciudadanos, pero sobre todo ciudadanas, que hoy dedican parte de su tiempo a escuchar, orientar y consolar a personas directa o indirectamente afectadas por el COVID-19.

En segundo término, la convocatoria a destacados intelectuales a formar parte de un proyecto editorial digital que, gracias a su desinteresada respuesta y a pesar de sus ocupaciones y las circunstancias, se hizo realidad en menos de un mes: “25 ensayos desde la pandemia para imaginar el Perú Bicentenario”. Libro descargable desde la web del PEB.

Releo ahora sus textos que, dentro de algunos años (como ahora), serán fundamentales para entender la fragilidad de este país ante una embestida de las dimensiones del coronavirus, y rescato algunas frases que no solo nos obligan a reflexionar sobre lo que está ocurriendo ya mismo, sino que nos señalan ese viso de esperanza que podemos descubrir todos juntos. Cito solo a tres de ellos. “Si ahora un bicentenario debe movilizarnos, debe ser uno sin máscaras. Honesto. Que intente cumplir con el sueño de un nuevo pacto en el que nadie quede afuera, por fin”, apunta, por ejemplo, el escritor e historiador José Carlos Agüero. “Estamos muy tristes en vísperas de nuestro bicentenario –escribe la historiadora Carmen Mc Evoy- pero tal vez ese dolor nos lleve a reflexiones sobre los viejos ideales de justicia e igualdad y, luego de que la plaga haya pasado, estemos dispuestos a construir una república en la que todos los peruanos sean representados, apreciados y, sobre todo, amados”. Mientras, el filósofo Pablo Quintanilla apunta: “Es posible que la pandemia consolide en el Perú algo que es esencial en toda la sociedad: un sentido de unidad frente a los obstáculos, un sentimiento colectivo de nosotros, un conjunto de objetivos compartidos”.

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Aprovecho la acertada afirmación de Quintanilla para mencionar otra iniciativa del PEB que se llevó a cabo en estas últimas semanas y que, en efecto, demostró que la pandemia está generando esa urgencia de un “nosotros” para motivar el cambio. Me refiero a “Cabildos en Bici” (Cabildos es la plataforma de innovación social del PEB), evento promovido por la Autoridad de Transporte Urbano (ATU) y liderado por el PEB. El encuentro reunió virtualmente a 800 personas en torno a un asunto de interés nacional: la posibilidad de que la bicicleta se convierta en una alternativa de transporte masivo. ¿Qué nos demuestra eso? Que, como se concluyó en el Cabildo, es posible cocrear soluciones si se identifica y facilita la interacción de los diferentes actores que componen el ecosistema de una causa.

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A propósito de ecosistemas, el escolar recibirá pronto un producto del PEB (se lanzará en la FIL virtual de julio) que, considero, se puede convertir en un hito clave de su currícula. Se trata de un libro ilustrado sobre la independencia del Perú. Está dirigido a las y los estudiantes de secundaria –e incluso de primaria- y reúne una selección de 100 preguntas recogidas de 90 colegios públicos de todas las regiones del país a las que responden alrededor de 40 historiadores. Oportunidad única para que los escolares debatan sobre un acontecimiento trascendente, valoren y juzguen los hechos ocurridos en los últimos 200 años y sean ellos los que robustezcan la transformación que todos añoramos. Y, por supuesto, no repitan nuestros errores.


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